Rodrigo y José Antonio |
Mi nombre es Rodrigo Araya Elorza, soy periodista de profesión y
llevo más de 10 años a cargo del bibliomóvil “Dibamóvil” en la Región de
Coquimbo, Chile. Cada vez que cuento que tengo casi una década bibliobuseando
me impresiono a mí mismo y al mismo tiempo, me lleva inevitablemente a recordar
aquel primer día en que mi compañero y conductor del móvil José Juliá, me
consultó por cuánto tiempo pensaba mantenerme en ese trabajo. Y yo (aún con la
nostalgia del trabajo periodístico) contesté que quizás 2 o 3 años. Pues ha
resultado todo lo contrario, porque la experiencia de 3 años terminó siendo mi
ejercicio periodístico formal y el resto de dedicación y esfuerzo al
bibliomóvil.
Debo reconocer que mi
corazón de trabajador está dividido entre el bibliobús y el periodismo y así
ambas profesiones, me han transformado en una especie de confesor de los
problemas y alegrías de mis usuarios. Muchos de ellos, más que usuarios amigos
de la magia del bibliobús y que ahora en esta breve bitácora me permitirá
mágicamente compartir con ustedes un día de mi rutina.
Direccionando la parabólica |
Mi día arranca a las 07:15 de la mañana cuando el televisor se
enciende con un chirrido (puesto que no he logrado programar la función de
despertador para que coincida con la televisión satelital). Una vez despertado
con este sonido desagradable. Ya escucho algo agradable que es la voz de Telma
mi pareja, que me dice buenos días y me recuerda que bajará al segundo piso de
la casa para encender el calefón, para una ducha caliente. Apenas Telma baja
las escaleras aparece Sebastián mi hijo de 7 años que se mete a la cama
mientras me levanto para ir a la ducha. Pasados unos minutos del ritual de
ducha y vestirse, Sebastián ya está listo con su ropa de colegio gracias a la
dedicación y amor de Telma. Ambos, Sebastián y yo partimos caminando hacia el
colegio. Minutos que disfruto mucho y que la gran parte del tiempo se
caracteriza por sus preguntas curiosas sobre el funcionamiento de distintas
cosas y en otras ocasiones, para repasar alguna materia que será sometida a prueba
en su colegio. Lo dejo antes de las 8 AM y regreso a casa para tomar desayuno
junto a Telma y compartir mientras vemos el matinal en la televisión.
Ya son las 8:45 y enciendo el automóvil para llegar antes de las
9 al Museo del Limarí en la ciudad de Ovalle,
que es la sede coordinadora de nuestro bibliomóvil. Firmo la entrada a trabajar
y saludo a mis demás compañeros de trabajo del Museo. En eso llega José Antonio
mi compañero que enciende el motor de nuestro bibliomóvil para ir al punto de
atención de turno. Mientras se calienta el motor, yo aprovecho de anunciar en las cuentas de Facebook y Twitter del
bibliobús la atención del día.
Dentro de los 17 puntos de atención que debemos hacer en el mes, hay
algunos que llegar a ellos nos toma
pocos minutos, porque son dentro de la ciudad y otros nos demoran horas, puesto
que son en otras comunas, principalmente en pueblos rurales.
El Dibamóvil ya montado (mesas, exposición...) |
Una vez que llegamos con el bibliobús inmediatamente abro la puerta
de acceso al bibliomóvil y José Antonio toma los cables que nos conectan a la
energía eléctrica que hace funcionar la amplificación, televisores, computador
y aire acondicionado del vehículo. Ya ejecutada aquella tarea, comienzo a bajar los parlantes que
transmitirán el sonido del bibliomóvil y que sirve para comunicar nuestra
llegada al pueblo, con los programas educativos que transmitimos en los
monitores externo e interno. Colocamos las sillas afuera del vehículo y que
permitirán sentarse a quien desee ver el programa exhibido. Hecho eso, me subo
al techo del camión para bajar los perfiles metálicos que soportarán el toldo
de 36 metros cuadrados y que protegerá del sol a nuestros lectores. Finalizada
esa tarea, comenzamos mi compañero y yo a colocar en las bases del toldo la
exposición con contenidos educativos (que yo mismo he desarrollado en meses
anteriores en su guión y dirección artística) que verán quienes pasen cerca de
nuestra instalación.
Y ya son las 10 am aproximadamente y tenemos el computador encendido
y todo en orden para atender a los lectores que nos visitarán. Desde ese
momento, y hasta las 13 horas atendemos y oímos a los usuarios mientras
consultan los libros que se llevarán a casa hasta nuestro retorno al mismo
punto de atención en un mes más.
Ya han pasado 3 horas de atención y el reloj marca las 13 horas.
Hora del almuerzo y con mi compañero nos turnamos para almorzar. Así el
bibliomóvil nunca está cerrado. En ocasiones cuando estamos lejos de casa. Me
acomodo en la cabina del móvil con mi almuerzo llevado de casa o sencillamente
voy a comer a algún lugar donde me vendan algo, si es que el pueblo lo tiene.
Rodrigo atendiendo a sus usuarios |
Ya son más o menos las 15 horas y siguen entrando y saliendo
distintas personas algunos son usuarios inscritos en el bibliomóvil por años,
con los que converso mientras eligen el libro o son usuarios nuevos, que
comenzamos a tratar de encantar con la lectura. Algunos vienen a preguntar por
un libro que tiene que leer su hijo en el colegio. Ahí es cuando entramos en
acción (con nuestra mejor actitud de convencimiento) con mi compañero y les decimos
que se inscriban y que es gratis y que también pueden leer ellos. Muchas veces,
la excusa para no leer es: “Es que no tengo tiempo”. Le explicamos que si ella
-muchas veces los usuarios son mujeres dueña de casa- no se da el tiempo, no
será un ejemplo para incentivar a su hijo a leer. Ahí los vamos convenciendo, a
veces con mucho éxito y en otras no.
Otros usuarios llegan y nos preguntan por un libro en especial.
Recuerdo, que en una población en riesgo social en la ciudad de Ovalle.
Apareció una señora de edad. Me dijo que quería leer el libro “Un hijo no puede
morir” de la autora chilena, Susana Roccatagliata. Que reúne experiencias de
madres que han visto morir a sus hijos. Me comentó que había perdido a su hijo
de sólo 25 años. Y que en esos días, se cumplían 3 años de su fallecimiento y
que por eso quería volver a leerlo, pues aquellas experiencias le daban fuerzas
para continuar con su vida y su duelo. Sus ojos se le llenaron de lágrimas y la
escuché atentamente al tiempo en que le daba palabras de aliento, explicándole
que su hijo no estaría feliz de verla tan triste y que debe intentar reponerse.
Me comenta que los psicólogos le han recomendado lo mismo, pero que la lectura
de esas experiencias reunidas en el libro, siempre le dan fuerzas para superar
aquella fecha tan triste. Así pasaron varios minutos de conversación mientras
registraba el préstamo del libro. Recuerdo que se fue abrazando el libro y
feliz.
Y así pasan las horas, no faltan los borrachitos, ancianos
distraídos buscando una clínica móvil para vacunarse contra la influenza, los
enfermos mentales que consultan por cosas insólitas, o aquellos que creen que
vendemos libros y también están los lectores cariñosos que nos llevan frutas de
regalo, sobretodo en zonas rurales. Es
más o menos la rutina en casi todos los puntos de préstamo que tenemos.
Los niños en el Dibamóvil de Coquimbo |
Llegan las 17 horas y comenzamos a guardar todo para el viaje. No
faltan los usuarios que aparecen a última hora y les prestamos un libro
mientras desarmamos la exposición e instalación externa. Nos despedimos y
retomamos la ruta de regreso a nuestras casas cuando faltan minutos para las 18
horas. En ocasiones llegamos a la hora de salida exacta, en otras nos pasamos
de tiempo.
Cuando todo resulta bien, llego a casa a eso de las 18:30 y recibo el
saludo de mi pequeño y de Telma que me consulta cómo estuvo el día. Tomamos el
té y comienzo a preguntar a Sebastián cómo le fue en su jornada escolar.
Siempre me cuenta de sus juegos o de las travesuras de sus compañeros más
inquietos. A eso de las 19:30 horas, luego de un respiro, inicio mi rutina de
ejercicios por una hora. Al mismo tiempo en que escucho música. Minutos que
reservo sólo para mi y que me relajan y me llenan de energía para terminar el
día. Luego veo algo de las noticias en la televisión y después veo una película
y me duermo inevitablemente a eso de las 23:30 horas. Y hasta mañana para
retomar el camino.
Excelente Rodrigo, un abrazo y que sigan siendo muchos años más. La familia es muy importante en nuestro trabajo, con ellos tomamos fuerzas y nos retroalimentamos de energía para seguir la ruta día a día.
ResponderEliminarSaludos desde bibliomóvil Lebu, región del bío bío.
Carlos
excelente amigo, PD felicitaciones por la pronta llegada de tu hija , seguramente ahora vas a tener que cambiar tu rutina ... pero recuerda todo cambio es para mejor.
ResponderEliminarsaludos
Felicidades, desde nuestro bibliobús “Bertolt Brecht” de Biblioteca Alemana Nicaragüense en Nicaragua nos parece fantástica su labor.
ResponderEliminarQue linda nota Rodrigo....!!! muchas felicidades por tu trabajo y tu hermosa familia.....un abrazo a la distancia
ResponderEliminarSi. sí Rodrigo con que sólo 2 ó 3 años, ya ves ya han pasado 10, es que este trabajo engancha. El contacto tan directo con el usuario como el que tu nos muestras fomentando la lectura, induciendo a ella y siendo en algunos momento la persona que los escucha en sus momentos críticos.
ResponderEliminarPeridista, bibliobusero, educador y psicólogo ¡Que grande eres! y ¡Que gran trabajo realizas!
Desde primera hora coenctandote con los usuarios y manteniendo la actividad diaria a través de las redes sociales, para que en cada momento estén actualizadas tus visitas y actividades.
¡Que gran despliegue! me encanta la extensión que rezlizais del bibliobús extendiendo toldos, colocando sillas para acoger y poder realizar talleres, programas educativos y hasta exposiciones. Que buen servicio.
Y todo ellos con tu aderezo personal: motivando directamente a la lectura y siendo psicólogo de almas.
Realizais un trabajo espectacular, gracias por mostrarnoslo y desde Madrid, España, aprendiendo y admirándoos.
María Isabel y a todos quienes se han tomado la molestia de publicar un comentario. Quisiera agradecer sus bellas palabras de aliento para el trabajo que desempeño en el bibliomóvil. De verdad, que el sorprendido soy yo pues no he hecho más que contar mi experiencia como trabajador en este rinconcito de Chile. Lo cierto, es que esas palabras no hacen más que alentarme para continuar y seguir aportando lo mejor de mi. Pero no quiero desaprovechar esta ocasión para invitarlos a conocer más sobre el trabajo de mis colegas chilenos pueden saber más en: www.bibliomoviles.cl o cuentas facebook: Red Bibliomóviles Chile y @Bibliomovilescl.Un abrazo y muchas gracias por detenerse un minuto a leer sobre este bibliobusero chileno.
Eliminar